Siempre
llevaban algo que comer, por lo general era queso y algunos frutos secos que
disfrutaban arriba de una manta que tendían en el prado, y por supuesto no les
podía faltar una botella de vino tinto que sin prisa alguna bebían.
Mantenían una comunicación franca y abierta, se habían dado cuenta que eso les
permitía tener dentro de su relación una conducta libre y natural. Se
comprendían uno al otro, conocían sus más íntimos deseos y algo muy importante
en toda relación, conocían sus reacciones, por supuesto a reserva de esa
espontaneidad que era la que les permitía nunca terminar de reconocerse, pues
por eso, cada quien podía expresar continuamente su originalidad y siempre así
ser atractivos uno al otro, realmente se vivían en libertad. Doroteo y Jimena,
eran incondicionales uno al otro y lo sabían.
Juntos,
habían descubierto que cuando una pareja se pone atención a sí misma como tal,
puede alcanzar la madurez conveniente para trascender toda condición que
experimenten y algo muy significativo en ello, el servir a otras personas que
algún día requirieran su información acumulada a través del tiempo y
que era el fruto de todos sus encuentros. Esto realmente los llenaba por
completo y llegaron a pensar que eso, realmente eso, era los que de alguna
forma también los mantenía muy unidos, ambos llevaban muy a flor de piel, la
energía que hemos llamado…voluntad para servir.
Doroteo
y Jimena estaban muy acostumbrados a esas salidas al campo, siempre regresaban
con esa paz que luego se oculta con el trajín de los días, sin embargo, ese día
en particular, no imaginaban por nada lo que iban a conocer y mejor aún, lo que
iban a vivir con todo su ser.
La
mañana transcurría entre palabras, risas y suspiros. Estos ocasionados por
darle rienda suelta a sus sueños, a sus ilusiones y por la inocencia que aún
tenían, cuando sin darse cuenta estaban frente a ellos un señor cuya sonrisa
los calmo inmediatamente, este les dijo…
-Hola muchachos buenos días, que gusto
saludarlos en este agradable día, hay un brillante sol y aire
fresco, la mezcla ideal ¿no les parece?
Doroteo
y Jimena tardaron en responder, aún estaban algo sorprendidos por la repentina
aparición del señor que no reconocían bien a bien, y se animaron a preguntarle…
-
¿Señor, no es usted de este pueblo verdad?, pregunta Doroteo…
- No teníamos el gusto de conocerlo.
-
Si, si soy de aquí, …responde el señor.
- Solo que he estado entretenido en algunas cosas
los últimos años pero ya he decidido salir los fines de semana también, antes
solamente salía por las mañanas y precisamente a este lugar.
- Aunque les confieso; nunca he venido solo,
siempre he venido con mi compañera, hoy me adelante a cortarle las flores que
tanto le gustan, esperaba recibirla justo aquí donde Uds. se
encuentran pero veo que se me han adelantado.
Al mismo tiempo que les decía eso soltaba una
carcajada muy peculiar que demostraba franqueza y les explicaba.
- Lo que pasa es que tenemos de venir aquí, de
lunes a viernes muy temprano por las mañanas más de cuarenta años. Estamos un
rato con la naturaleza y nos regresamos a nuestras actividades donde pasamos el
resto del día.
- Los fines de semana jamás habíamos venido hasta
hoy y es por eso que nos encontramos, pero les soy franco no pensé que hubiera
alguien “cuidando” nuestro especio.
Y de nuevo vuelve a reír fervientemente, apuntando
al mismo tiempo con su dedo hacia el sendero, haciendo ver que se acercaba su
compañera.
Algo pudieron ver Doroteo y Jimena en el
rostro del señor mientras iba en su encuentro a recibirla. Una sonrisa que
emanaba amor, ¡Todo el amor!.
Se miraron entre sí sin decir nada, pues preferían
callar y ser testigos del amor que se demostraban dos seres que apenas unos
momentos acababan de conocer.
- Amada mía, te presento a mis dos nuevos
amigos, ellos son los que nos cuidan “nuestro” especio todos los fines de semana
mientras tu y yo no estamos.
- La amable señora les dice.
-
Hola muchachos, como están, me da mucho gusto conocerlos y saber que tienen
nuestra misma afición de venir a sentir la naturaleza. Que grato es saber que
existen gustos sin tiempo, como este que compartimos los cuatro.
-
Veo que han preparado su manta para estar más cómodos y han traído alimentos
Y
viendo a su compañero le dice.
-
Estamos interrumpiendo su día de campo, es mejor dejarlos solos.
Doroteo
y Jimena se dan cuenta que no habían reaccionado por estar asombrados con la
presencia de los señores y lo que estos les proyectaban, que para pronto se ponen
de pie y les piden que los acompañen en su día, que bien podía ser un día de
campo de cuatro y no solo de
dos.
-Yo soy
Jimena, mucho gusto…al tiempo que les estiraba su mano para saludarlos.
-Y
yo soy Doroteo, pero por favor siéntense con nosotros y permítanme ofrecerles
una copa de nuestro vino.
En
eso recuerda Doroteo que solo habían llevado dos copas y un poco angustiado se
lo comenta a Jimena.
-
¡Jimena! solo traemos dos copas, tendré que ir a la casa por otras dos.
-
No, no es necesario…le dice Jimena… cuando te dije que pusieras las copas en la
canasta creí que no me habías escuchado y yo de todos modos las puse en la
bolsa de los alimentos aquí las traemos.
En
efecto, ahí estaban las otras dos copas, se sirvieron el vino y se dispusieron
a pasar un día que pintaba más que agradable.
Poco
a poco Doroteo y Jimena fueron teniendo más confianza con los
señores y la plática se tornaba cada vez más definida y sustanciosa,
estaban asombrados de la fluidez de ellos no podían distinguir su edad, su
expresión era atemporal.
Por
alguna razón no les habían dicho sus nombres, ni Doroteo ni Jimena
se los preguntaron, sin duda algo extraño pero así era.
Estaban tan inmersos en la conversación que ese “pequeño” detalle
se pasó por alto. Solo se referían a ellos como Sr. y Sra. … el
tiempo se pasaba sin darse cuenta.
Hasta
que llegó el momento de una pregunta que fue crucial en la conversación. Los
señores se tomaron de la mano y por voz de ella preguntaron.
-
Muchachos, ¿Nos pueden decir, cuál es su convicción como pareja?, ¿Hacia dónde
se dirigen?
Un
poco asombrados Doroteo y Jimena se vieron fijamente y también reaccionaron
espontáneamente tomándose de la mano como muestra de unidad y fue ella quien
respondió.
-
Amarnos es nuestra prioridad, reconocernos en este amor que nos entregamos y
compartir sus frutos. Y deseamos dirigirnos a la paz, lograr encontrarla un
día, tal vez en nuestra vejez no importa, pero encontrarnos con
ella.
El
señor le da un trago de vino, se acomoda un poco más y les dice.
- Quiero compartirles algo, ¿Me permiten
hacerlo?
Los
muchachos asienten apresuradamente con la cabeza.
-
Nosotros, hace algún tiempo, estábamos en su misma situación, teníamos sueños e
ilusiones, pero al poco tiempo el amor nos llevó a comprender que, donde
estábamos parados como pareja, era “más allá” del amor mismo y con
ello nos recorría una ola de gran responsabilidad. Nos era difícil
aceptar que el amor había quedado atrás, eso es imposible de acuerdo a la forma
tradicional que tenemos los humanos de ver al amor. Sin embargo al paso de un
corto tiempo comprendimos que la energía que en ese momento nos envolvía
representaba a la de la fe, la confianza en nosotros mismos. Empezamos a vernos
como una pareja no convencional, que si habíamos trascendido el enamoramiento
normal solo podía ser por una razón, y así simultáneamente nos vimos con la
responsabilidad de compartir nuestras experiencias a todos aquellos que se
encontraran en la confusión más importante de atender en la
vida, como vivir con la energía que nos da el amor, la
libertad, ya que esto es nuestro estilo de vida olvidado y el cual
debemos rescatar e iniciar realmente a vivir.
La plática del señor cada vez resultaba más
interesante, Doroteo y Jimena, sabían de que hablaba, pues sentían algo
similar, lo que no sabían era como acomodar con palabras esa realidad que
Vivian.
No
esperaron más y casi lo obligaron a seguir platicando al mismo tiempo que los
cuatro se refrescaban bebiendo algo de vino.
-
¿Que hay más allá del amor? …les pregunta el señor a Doroteo y
Jimena
-
¡La libertad!, Ud. lo ha dicho…contesta Doroteo
-
¿Y qué es la Libertad?
-
La independencia de cada quien…vuelve a contestar Doroteo, haciendo notar que
estaba muy atento.
-
La independencia de cada quien como tú dices es ser liberal, donde aplicas una
conducta personal y que es el resultado de tus experiencias, dentro de cierto
“orden” social y de cierta armonía. La libertad, es la aplicación de tu
conciencia, ya no vivir independiente como una isla, sino reaccionar de acuerdo
a las normas que rigen al universo dentro de tu propia vida en este planeta.
La
libertad se da porque concientizas cada evento en tu existencia, y eso es vivir
en unidad, contigo mismo y con todo el universo.
Espontáneamente,
Jimena sintió correr una lágrima en su mejilla, la vida, ese día, le estaba
dando la oportunidad de ponerle nombre a muchas cosas que había sentido pero no
sabía que eran, se dio cuenta que ella de forma natural experimentaba eso y
mucho más y que el momento de comprender había llegado. Agradeció en silencio
el encuentro con esos señores que por sincronía universal estaban ahí con
ellos.
-
Miren muchachos…les dice la señora con una voz especialmente dulce y clara.
-
En la vida, sin darnos cuenta nos vamos alejando de la realidad, precisamente
por interpretar incorrectamente esa independencia, sin embargo tarde o temprano
la vida misma nos regresa al camino para seguir evolucionando al mismo tiempo
que realmente la vamos disfrutando.
El
amor es la puerta para rehabilitarnos en la conducta original, que es donde Uds.
se encuentran ahorita. Y al llegar el amor puro en una pareja, lo que este
induce es a servir a todo su entorno de todas las maneras posibles y en las
cuales nos hemos preparado, estas son nuestro gusto por lo que hacemos en la
vida. Esa es la paz que dices tú Jimena, ya está aquí, no debes esperar llegar
a la vejez para encontrarte con ella, la paz, se manifiesta cuando te das la
oportunidad de creer en ti y realizas lo que te guste hacer, así de simple, y
creo que ya la han experimentado muchísimas veces. Sin duda esto que les
decimos está próximo a cambiarles la vida, pues el camino se ha
acortado, ¿No lo creen?
Doroteo
y Jimena, sin poder hablar porque sentían tan clara ahora la realidad de ellos
como pareja, sin pena lloraron tomados de la mano, viéndose uno al
otro, sonriendo apenas pudieron exclamar.
-
¿Por qué no los conocíamos?, ¿Realmente son de nuestro mismo pueblo?
Inmediatamente
el señor les pregunta que si quieren más vino y se apresura a servirles, al
mismo tiempo que comenta.
-
Calma muchachos, apenas vamos empezando y ya están muy emocionados, espérense a
conocer hacia donde nos llevara esto, se sorprenderán mucho más y esa emoción
que ahora sienten será nada en comparación con lo que se encontraran, se los
aseguro.
No
se preocupen por sostener ese amor, esa paz, esa libertad que ahora sienten,
jamás se va lo que se acepta de corazón, ya lo han ganado y lo que realicen
lleva el sello de esa maravillosas virtudes.
Pero
hay algo muy serio de lo que queremos hablarles, de lo que realmente hay más
allá del amor, la palabra que escucharan es poco usada en la vida común de las
parejas, pero cada vez toma más fuerza, pues la energía de esta época de
nuestra vida, obliga a retomar nuestra originalidad y eso es vivir en los efectos
de la paz, la energía que se experimenta al estar en paz es la energía de la
FUSIÓN.
-
Así es muchachos…les dice la señora…-La energía que ustedes experimentan es la
energía de la FUSIÓN, y eso es la paz aplicada en su relación, que entonces
ahora se dan cuenta que ya no viven una relación, ya no son dos a los ojos del
universo, pues ahora viven en fusión, ahora son uno solo.
¿Acaso
no han sentido que son incondicionales uno del otro?, la incondicionalidad es
una característica de la fusión. Es la confianza que se tienen tanto a sí
mismo, como uno al otro en toda su expresión.
¿Cuántas
veces se han quedado sin diálogo?, la fusión hace que lo trascendamos y
caigamos en la sincronización natural de nuestros propósitos de vida. La fusión
no lleva consigo el sentido de propiedad, es la práctica de la vida en común
acuerdo, los propósitos de dos se convierten en uno.
La
herramienta fiel de dos seres en fusión, es la sincronía, al tener el mismo fin
se da la misma reacción, y lo maravilloso es que cada quien la puede
interpretar a su especial manera también, de acuerdo a su género y a su sentir
en el momento.
El
señor con un suave gesto le pide permiso a su compañera para hablar. Doroteo y
Jimena se dan cuenta de la suavidad con la que se comunican, como se sonríen
entre ellos, como se les veía y sentía también su sincronía, sin prisa y en
completa aceptación uno del otro.
-
Y el señor dice…Con el tiempo me empecé a dar cuenta que no podía pensar en
ella porque me convertía en ella, en su pureza y yo la revivía, hacía que
viviera en mí, podía fielmente representarla, me convierto en ella simple y
sencillamente soy ella.
Rodó
una lagrima en su mejilla por revivir ese sentimiento, y claramente volvió a
sentir lo nutrido que esta estaba.
Los
muchachos al ver eso se unieron en su sentir tan especial, pues ahora lo
comprendían, ya lo podía comprender.
La
señora, con una sutil sonrisa en sus labios, inspiro y sintió su corazón y el
de su compañero uno solo en señal de unidad, de apoyo, de verdadera
integridad…y les dijo.
-
“Las palabras de amor que han compartido, son el preludio para la manifestación
de la fusión con lo que las inspira”.
Jimena
pregunta
- ¿La fusión se trasciende?
-
Se aplica…le contesta el señor. Se puede diversificar, te puedes fusionar con
lo que desees sentir. La fusión es la esencia misma aplicada como ser. Al hablar
de un ser humano te fusionas a él y dan los frutos contundentes de
acuerdo a su propósito que los ha unido, siempre de acuerdo al beneficio de su
entorno, si sientes alguna otra condición de vida te fusionas a ella. La Fusión
crea situaciones o circunstancias y también puede transformar las que ya hay.
Ahora
es Doroteo el que toma la palabra y pregunta.
-
¿Es obligatoria?
El
señor contesta - Es la realidad
del universo, es un derecho por existir que toman los que están en paz consigo
mismo.
-
¿Qué hace que las perdamos?
-
Mejor dicho que se oculte, no puedes perder lo que eres. Y lo que hace que se
oculte es el libre albedrío, este distorsiona los sentidos.
El
criterio de los seres en fusión es unificado, exclusivo al servicio universal.
Cuando uno de los dos aun usa la mente y no el sentimiento, actúa de acuerdo a
sus experiencias del pasado y no puede fluir en el presente que vive, el
criterio está fragmentado, por lo tanto la unidad no existe.
Sorprendidos
Doroteo y Jimena y aun tomados de la mano les preguntan.
-
¿Cómo es que saben tanto?
La
señora les contesta…- No es eso, solamente hemos puesto atención a nuestras
reacciones, eso ha permitido ponerle nombre a la energía que experimentamos,
esto todos lo pueden hacer, solo poner atención y listo, la información aparece
y con ello la asistencia para los demás.
-
¿Cómo le hacemos ahorita para estar en fusión?
-
Solamente sientan su propia unidad, no hay nada más poderoso que un deseo
inspirado sin interés personal, o sea que lo mueva el interés de servir a los
demás. La fusión amplia el campo energético de los seres que sé que desean en
paz y así se transforma más rápido lo que deseen transformar.
El
vino se agota y la plática pareciera no terminar, no se sentía pasar el tiempo
pero la botella si lo registraba, la ven y sonríen los cuatro, por primera vez
se ven entre todos de una manera muy sutil y verdadera, ven sus rostros, la
calidez del momento dejaba por alto todo lo demás. La energía que existía en
ese momento era tan especial, tan concentrada que los transporto al lugar donde
se sienten los deseos.
Los
señores captan esto y les preguntan.
-
¿Muchachos, cuál es su deseo ahora, nos pueden decir? ¿Tendrán alguno?
No
podían hablar, estaban experimentando la fusión misma, no necesitaban pensar
entre ellos, por estar tan cerca con solo verse a los ojos la habían logrado,
el llanto brotaba sin parar. Lloraban en amor, en paz, lloraban en libertad.
Lo
que ellos pensaron alcanzar en la vejez, lo habían logrado ahí ese día, en su
lugar preferido del campo, en la naturaleza que tanto les gustaba, se habían
fisionado. Se sabían uno solo, se sentía como uno, y fue ahí cuando
nuevamente lograron sentir el peso de sus lágrimas, pues cargaba
ahora al amor, la fe la paz y también la libertad, sentían ahora que sus
lágrimas valían en realidad.
El
señor le pregunta ahora.
-¿Qué
sientes en este momento Jimena, que te deja esta experiencia?
Ella sensible a si misma contesta.
-
Me siento integra como ser y mujer, me siento firme, con aplomo y templanza en
mi expresión, percibo la solución antes de lanzar la intención…
No
pudo terminar, el llanto la invadió por completo, y en el instante en que
Doroteo la abrazo, pudieron experimentar un solo latido, sus corazones que ya
se habían fusionado.
Los
señores sin proponérselo, inspiraron al mismo tiempo que Doroteo y Jimena y
también se abrazaron.
Instantáneamente
los muchachos voltearon a abrazarlos y los señores no estaban ya, simplemente
no estaban. No había manera de no verlos partir, pues el campo era abierto y
del otro lado estaba el acantilado y también el sendero se veía de principio a
fin.
Doroteo
y Jimena se preguntaron si había sido verdad sentían algo extraño en ellos pero
no pudieron reconocer que era. En eso ven la manta y ahí estaban las cuatro
copas como las dejaron, esa era la prueba fiel de que si habían estado
acompañados de dos seres tan bondadosos, las lágrimas volvieron a salir, pero
ahora no hubo preguntas, no necesitaban respuestas.
Durante
la semana acordaron llevar al laboratorio de la ciudad más cercana las copas,
pidieron una muestra de ADN, de la cuatro. Algo les decía que debían hacerlo.
Pasaron
unos días cuando les hablaron pidiéndoles que pasaran a recoger los resultados,
no sospechaban lo que la vida les tenía preparado.
Juntos
Doroteo y Jimena abrieron el sobre, en el cual decía:
Los
artículos proporcionados (cuatro copas de cristal) para la
realización de las muestras de ADN, solo arrojaron datos de dos
diferentes tipos. Dos copas presentaron el mismo tipo de ADN, del género
femenino, y las otras dos copas, mostraron datos del mismo tipo de ADN, del
género masculino.
Nuevamente
el llanto los invadió, recordaron algunos detalles que pasaron por alto como;
Nunca les preguntaron su nombre, Él apareció repentinamente en un espacio libre
donde eso era imposible con el pretexto de andar cortando unas flores para su
compañera que no tardaba en llegar y Él mismo les mostró apuntando con su dedo
la llega de Ella y no se percataron que siempre se ve el sendero por muy largo
que este sea.
Y
por último recordaron su salida de casa, que tanto Doroteo como Jimena habían
llevado sus propias copas de vino.
Sabían
que tenían que darse el tiempo para asimilar lo sucedido, el encuentro
inesperado con su propia esencia. Por ahora solo alcanzaban a comprender…que
eran libres.
El
único recuerdo físico de ese día en el que compartieron su vino, fueron las
cuatro copas.
Diego
Sámano Charles.
Martha eres una princesa
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