Doroteo y Jimena vivían con ilusión cada día de la semana pensando en que el domingo por la mañana se verían en su lugar preferido, “Vista flores”, era la orilla de un acantilado que les regalaba el mejor de los paisajes en los alrededores de su pueblo natal. La vista y el aroma del mar junto con las flores daban el toque especial para relajarse y trascender cualquier condición en la que se encontraran. Siempre llevaban algo que comer, por lo general era queso y algunos frutos secos que disfrutaban arriba de una manta que tendían en el prado, y por supuesto no les podía faltar una botella de vino tinto que sin prisa alguna bebían. Mantenían una comunicación franca y abierta, se habían dado cuenta que eso les permitía tener dentro de su relación una conducta libre y natural. Se comprendían uno al otro, conocían sus más íntimos deseos y algo muy importante en toda relación, conocían sus reacciones, por supuesto a reserva de esa espontaneidad que era la q
Nuestra naturaleza es vivir En Consciencia