Me arrodillé para orar pero no por mucho tiempo; tenía mucho que hacer.
Debía apurarme e ir a trabajar, por las obligaciones que tenía que cumplir.
El deber para con Dios había sido satisfecho. Mi alma estaba en paz.
A través del día, no tuve tiempo para decir una palabra de aliento,
no tuve tiempo para hablar de él a un amigo.
Temía mucho que se rieran de mí.
No tengo tiempo, no tengo tiempo, hay mucho que hacer.
Ésa era mi constante queja: no tengo tiempo para dar aquellos
en necesidad.
Finalmente, llegó el tiempo de morir.
Cuando estuve frente al Señor, me presenté con los ojos entrecerrados.
En sus manos sostenía un libro, era el libro de la vida.
Él busco en el libro y dijo: No puedo encontrar tu nombre.
Una vez lo iba a escribir, ¡pero nunca tuve tiempo para hacerlo!
ANÓNIMO
Debía apurarme e ir a trabajar, por las obligaciones que tenía que cumplir.
El deber para con Dios había sido satisfecho. Mi alma estaba en paz.
A través del día, no tuve tiempo para decir una palabra de aliento,
no tuve tiempo para hablar de él a un amigo.
Temía mucho que se rieran de mí.
No tengo tiempo, no tengo tiempo, hay mucho que hacer.
Ésa era mi constante queja: no tengo tiempo para dar aquellos
en necesidad.
Finalmente, llegó el tiempo de morir.
Cuando estuve frente al Señor, me presenté con los ojos entrecerrados.
En sus manos sostenía un libro, era el libro de la vida.
Él busco en el libro y dijo: No puedo encontrar tu nombre.
Una vez lo iba a escribir, ¡pero nunca tuve tiempo para hacerlo!
ANÓNIMO
Comentarios
Publicar un comentario